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Obra Misericordista de Buenos Aires

Los colegios de la Obra Misericordista de Buenos Aires asumen la tarea educativa que les es propia por el carisma fundacional, en el marco de la misión evangelizadora de la Iglesia Católica.

Por eso, quieren ofrecer a la comunidad un testimonio de vida cristiana y misericordista, “una educación integral y armónica del alumno/a, buscando la formación de una persona atenta a los valores del espíritu, en sintonía con una sociedad en búsqueda, comprometida con una Iglesia cuya opción preferencial son los pobres, preocupada por toda situación de injusticia y de marginalidad que la rodea, solidaria con las personas que sufren por una u otra causa”.

Fieles al método que ha inspirado al Padre Víctor Scheppers, fundador de la Congregación de los Hermanos de Nuestra Señora de la Misericordia, queremos ser una presencia atenta y amorosa en la comunidad; una presencia que nos abra al conocimiento de todos porque se favorece el contacto en cada situación en particular. Este estilo que no se preocupa tanto de defender de los peligros por miedo a riesgos y a eventuales errores, sino que intenta proponer, estimular, hacer crecer, animar a la persona para que llegue a ser lo que originariamente es y debe ser, según el proyecto de vida y las opciones que intuye y que pretende hacer propias dentro de la vocación personal.

Nuestra Obra educativa, en el ejercicio de la libertad de enseñanza y dentro del pluralismo existente en el modo de concebir el hecho educativo y a la misma persona humana, se reafirma desde sus comienzos como colegio católico Misericordista.

En su carácter de colegio católico ofrece  a sus alumnos/as “un ambiente iluminado por la fe y animado por el espíritu evangélico de caridad y libertad” (Gaudium et Spes, Nro 38). .

A través de la enseñanza y de la educación se buscará que el alumno/a  llegue a una síntesis entre la fe y la ciencia, entre una cultura humanista y científica, de tal manera que se llegue a un espíritu crítico y, más aún, a un humanismo cristiano.

Del estudio de los escritos del Monseñor Víctor Scheppers, así como la pedagogía que los Hermanos han desarrollado a lo largo de su historia, se desprenden algunos rasgos característicos que han creado un estilo misericordista en la educación. Estos rasgos se pueden sintetizar en los puntos siguientes:

  • Presencia y disponibilidad constantes entre los jóvenes. Con ellas se asegura tanto el seguimiento del alumno, como el estímulo de superación individual. Al mismo tiempo facilitan la animación del grupo consiguen el importante principio educativo de prever, antes que curar.
  • Orden y disciplina: el educador sabe que éstos son los mejores medios para alcanzar los fines de una buena educación (Positio Vol.1, pág. 322).
  • Firmeza y, a la vez, dulzura en el trato con las personas. El aprendizaje y la formación requieren del joven un esfuerzo continuo que, a la vez, templa su espíritu y le forma como persona. Por ello el educador misericordista motiva, sostiene y exige dicho esfuerzo sin condescendencias fáciles. Esta firmeza, por sí sola, garantiza la autoridad, pero impide ganar el corazón. Por ello el educador unirá a esta característica la dulzura: juntas, la firmeza y la dulzura ganarán los corazones y asegurarán la autoridad (Positio Vol.1, pág. 328).
  • Afecto en el trato con todos los jóvenes, sin preferencias hacia los más dóciles, inteligentes o afectuosos, y sin descuidar a los más difíciles. Al contrario, éstos últimos necesitarán más amor y dedicación (Positio Vol.1, pág. 328).
  • Espíritu crítico: en nuestro estilo educativo, favorecemos el análisis crítico del mundo y la sociedad, capacitando para el discernimiento y la toma de decisiones, buscando incorporar técnicas de aprendizaje antes que una acumulación de contenidos.
  • La preocupación por ofrecer respuestas a las inquietudes personales humanas y religiosas, creando espacios de interioridad, de oración y celebración, como medios que expresen y vivencien nuestra comunión con el Señor y nuestro sentido eclesial. De este modo damos la merecida importancia a la formación cristiana, cooperando a la acción de la Iglesia en el anuncio explícito de la fe y de la moral.

El estilo misericordista, promoverá la corresponsabilidad de todos los agentes educativos, cada cual aportando, desde su función específica, lo mejor de sí en lo que se refiere a las ideas y al trabajo personal.

Como colegio misericordista, la tarea educativa y formativa se alimenta del espíritu y del carisma del Padre Víctor Scheppers. Este espíritu ha quedado sintetizado en su lema:

A Dios el honor;
El trabajo para mí;
El provecho para el prójimo